Sentimiento o sensación de estar viviendo una comedia absurda escrita por algún dramaturgo borracho cuya representación es única y absoluta: sin ensayos y sin funciones extra; en la que cada cosa adquiere un grado de ridiculez inexplicable, cada baldoza y cada rincón de la ciudad se me antoja tan increiblemente irónico, tan pequeño tan absurdo tan inútil como cada beso cada palabra cada sonrisa cada sol cada sonido cada lágrima cada felicidad.
Por suerte se va, al ratito se va.
Como todo, menos el miedo.
Que se olvida, pero no se borra nunca.
--palabras malvadas jamás me ayudan--
10.02.2005
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