9.01.2006
(María)
Ni yo bordo pañuelos ni tú rompes contratos;
ni yo mato por celos ni tú mueres por mí,
y antes de que me quieras como se quiere a un gato
me largo con cualquiera que se parezca a ti.
De par en par te abro las puertas que me cierras,
me cuentan que el olvido no te sienta tan mal,
la paz que has elegido es peor que mi guerra,
lo que pudo haber sido y lo que nunca será.
En cambio, no he sabido ir a favor del viento
que muerde las esquinas de esta ciudad impía,
pobre aprendiz de brujo que escupe al firmamento
desde un hotel de lujo con dos, con dos camas vacías.
¿Quién hará tu trabajo debajo de mi falda?,
la boca que era mía ¿de qué boca será?,
el roto de tu ombligo ya no me da la espalda
cuando pierdo contigo las ganas de ganar.
Como pago al contado nunca me falta un beso,
siempre que me confieso me doy la absolución,
ya no cierro los bares ni hago tantos excesos,
cada vez son más tristes las canciones de amor...
Yo, en cambio, no he sabido ir a favor del viento
que muerde las esquinas de esta ciudad impía,
pobre aprendiz de brujo que escupe al firmamento
desde un hotel de lujo con dos, con dos,
con dos, con dos camas vacías.
(Sabina)
Aunque nunca me callo, guardo un par de secretos,
lo digo de hombre a hombre, de mujer a mujer.
Ni me caso con nadie, ni me pongo amuletos,
por no tener no tengo, ni edad de merecer.
(María)
¿Quién hará tu trabajo debajo de mi falda?,
la boca que era mía ¿de qué boca será?,
el roto de tu ombligo ya no me da la espalda
cuando pierdo contigo las ganas de ganar.
Maldita sea la tinta que empapa mis calés,
maldita la tercera persona del plural,
Las uñas que se clavan ahí donde más duele,
si se corre el rimmel cuando me haces llorar.
Como pago al contado nunca me falta un beso,
siempre que me confieso me doy la absolución,
ya no cierro los bares ni hago tantos excesos,
cada vez son más tristes las canciones, las canciones de amor...
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